Los síntomas de la parálisis cerebral son de severidad variable. Un individuo con parálisis cerebral puede encontrar difícil
el hacer tareas motores finas, como escribir o cortar con tijeras; además, puede experimentar dificultades manteniendo su
equilibrio y caminando; o puede ser afectado por movimientos involuntarios, como retorcimiento incontrolable de las manos
o babear. Los síntomas difieren de una persona a otra y también pueden cambiar en el individuo con el tiempo. Algunas personas
están afectadas de otros trastornos médicos incluyendo convulsiones o retraso mental. Contrario a la creencia común, la parálisis
cerebral no es siempre la causa de incapacidades significativas. Mientras que un niño con parálisis cerebral severa no puede
caminar y necesita cuidado extenso por toda la vida, un niño con parálisis cerebral más leve aparenta ser ligeramente torpe
y no requiere ayuda especial. La parálisis cerebral no es contagiosa y usualmente tampoco es hereditaria de una generación
a otra. Actualmente ésta no puede ser curada, aunque la investigación científica sigue buscando mejores tratamientos y métodos
de prevención.
La parálisis cerebral no es una sola enfermedad con una sola causa, como varicela o rubéola. Más bien, es un grupo de trastornos
relacionados entre sí que tienen causas diferentes. Cuando los médicos tratan de descubrir la causa de la parálisis cerebral
en un niño en particular, ellos observan el tipo de parálisis cerebral, el historial médico de la madre y el niño, y el inicio
del trastorno.
Alrededor de 10 a 20 por ciento de los niños con parálisis cerebral adquieren el trastorno después del parto. La parálisis
cerebral adquirida resulta por daño cerebral en los primeros meses o años de vida y es a menudo la consecuencia de infecciones
cerebrales tales como meningitis bacteriana o encefalitis viral, o resulta de lesiones en la cabeza — la mayoría de
las veces por un accidente automovilístico, una caída o abuso físico de los niños.
En cambio, la parálisis cerebral congénita está presente durante el parto aunque puede que no sea descubierta por
algunos meses. En la mayoría de los casos la causa de la parálisis cerebral congénita es desconocida. Sin embargo, gracias
a las investigaciones, los científicos ya han señalado algunos acontecimientos específicos durante el embarazo o cercanos
al parto que pueden hacer daño a los centros motores del cerebro en desarrollo. Algunas de las causas de parálisis cerebral
congénita incluyen:
Infecciones durante el embarazo. El sarampión alemán o rubéola es causada por un virus que puede afectar a la mujer embarazada,
y por consiguiente, al feto en el vientre causando daño al sistema nervioso en desarrollo. Otras infecciones que pueden causar
daño cerebral al feto en desarrollo son citomegalovirus y toxoplasmósis.
Ictericia en los infantes. Los pigmentos biliares, compuestos que se encuentran normalmente en cantidades pequeñas
en la sangre, son producidos cuando las células sanguíneas son destruidas. Cuando se destruyen muchas células sanguíneas en
un período de tiempo corto como en la condición llamada incompatibilidad de Rh (vea abajo), los pigmentos de color amarillo
pueden aumentar y causar ictericia. Ictericia grave y sin tratar puede hacer daño a las células cerebrales.
Asfixia Perinatal. Durante el parto, la falta de oxígeno en la sangre o flujo reducido de sangre al cerebro, o ambas condiciones
pueden causar una deficiencia de oxígeno en el cerebro del recién nacido, causando así la condición conocida como asfixia
perinatal. Cuando la asfixia del recién nacido es lo suficientemente grave como para ponerlo en riesgo de daño cerebral a
largo plazo, ésta inmediatamente causa problemas en la función cerebral (como encefalopatía hipóxica-isquémica de moderada
a severa). Una asfixia así de severa es poco común, siempre está ligada al malfuncionamiento de otros órganos del cuerpo y
a menudo es acompañada de convulsiones.
Incompatibilidad del Rh. En esta condición sanguínea, el cuerpo de la madre produce células inmunológicas llamadas anticuerpos
que destruyen las células sanguíneas del feto, conduciendo así a una forma de ictericia en el recién nacido.
En el pasado, los médicos y científicos atribuyeron la mayoría de los casos de parálisis cerebral a asfixia o a otras complicaciones
durante el parto si ellos no podian identificar otra causa. Sin embargo, la investigación abarcadora de los científicos del
NINDS y de otros ha demostrado que muy pocos de los bebés que experimentan asfixia durante el parto desarrollan encefalopatía
después del parto. La investigación también muestra que la mayoría de los bebés que experimentaron asfixia no desarrollaron
parálisis cerebral u otros trastornos neurológicos durante el crecimiento. De hecho, las evidencias recientes sugieren que
la parálisis cerebral se asocia con no más de 10 por ciento de los casos de asfixia u otras complicaciones durante el parto.
Apoplejía o hemorragia intracraneal. La hemorragia intracraneal, cuando el cerebro sangra, tiene varias causas —
entre las que se incluyen la ruptura de los vasos sanguíneos del cerebro, la obstrucción de los vasos sanguíneos o células
sanguíneas anormales — y es una forma de apoplejía. La insuficiencia respiratoria en el recién nacido, un trastorno
respiratorio que es muy común en los bebés prematuros, es una de las causas. Aunque los efectos de la apoplejía se conocen
mejor entre los ancianos, éstos pueden ocurrir también en el feto durante el embarazo o en el recién nacido al momento del
parto, dañando los tejidos cerebrales y causando problemas neurológicos. La investigación en progreso estudia tratamientos
potenciales que podrán ayudar algún dia a prevenir la apoplejía en los fetos y los recién nacidos.
Los investigadores científicos han evaluado a millares de madres embarazadas, las han seguido a través del parto y han
observado el desarrollo neurológico temprano de sus niños. Como resultado, ellos han descubierto ciertas características,
llamadas factores de riesgo, que aumentan la posibilidad de que un niño se diagnostique más tarde con parálisis cerebral:
Presentaciones anormales. Al comienzo del parto, los bebés con parálisis cerebral tienden a presentarse con los pies primero
en vez de la cabeza.
Parto complicado. Problemas vasculares o respiratorios en el bebé durante el parto puede ser la primera indicación de
que el bebé ha sufrido daño cerebral o que su cerebro no se desarrolló normalmente durante el embarazo. Tales complicaciones
pueden causar daño cerebral permanente.
Malformaciones congénitas fuera del sistema nervioso. Los bebés con defectos físicos al nacer, incluyendo la malformación
de los huesos de la espina dorsal, o hernia en el área de la ingle (la hernia es una protuberancia de órganos a través de
una abertura anormal dentro del cuerpo), o una mandíbula anormalmente pequeña, tienen un riesgo más alto para la parálisis
cerebral.
Puntuación Apgar baja. La puntuación Apgar (así llamada por la anestesióloga Virginia Apgar) es una evaluación numérica
que refleja la condición del recién nacido. Para determinar la puntuación Apgar, los médicos periódicamente verifican la frecuencia
cardíaca del niño, la respiración, el tono muscular, los reflejos y el color de la piel durante los primeros minutos después
del parto. Entonces, los médicos asignan puntos, entre más alta sea la puntuación más normal es la condición del niño. Se
considera que una puntuación baja después de 10 a 20 minutos del parto es una señal importante de problemas potenciales.
Peso bajo y nacimiento prematuro. El riesgo de parálisis cerebral es más alto entre los niños que pesan menos de 2500
gramos (5 libras, 7 1/2 onzas) al momento del parto y también entre los niños nacidos con menos de 37 semanas de gestación.
Este riesgo aumenta según el peso al nacer disminuye.
Partos múltiples. Gemelos, trillizos u otros partos múltiples están asociados a un riesgo alto de parálisis cerebral.
Malformaciones del sistema nervioso. Algunos niños nacidos con parálisis cerebral muestran signos visibles de malformación
del sistema nervioso como una cabeza anormalmente pequeña (microcefalia). Esto sugiere que ocurrieron problemas en el desarrollo
del sistema nervioso cuando el bebé estaba en el vientre.
Hemorragia materna o proteinuria tarde en el embarazo. Hemorragia vaginal durante el sexto hasta el noveno mes del embarazo
y proteinuria severa (la presencia de proteinas excesivas en la orina) están asociadas a un riesgo más alto de parir a un
bebé con parálisis cerebral.
Hipertiroidismo maternal, retraso mental o convulsiones. Es un poco más probable que las madres con alguna de estas condiciones
tengan niños con parálisis cerebral.
Convulsiones en el recién nacido. Un niño que padece de convulsiones tiene un riesgo mayor de ser diagnosticado más tarde
en su niñez con parálisis cerebral.
El conocer estas señales de advertencia ayuda a los médicos a mantener una vigilancia cercana a aquellos niños que presentan
un riesgo alto para problemas de término largo en el sistema nervioso. Sin embargo, los padres de familia no deben alarmarse
si su niño presenta uno o más de estos factores de riesgo. La mayoría de tales niños no tienen y no desarrollan parálisis
cerebral.
Tipos de Parálisis Cerebral
- Espástica: rigidez y dificultad
de movimientos, debido a que el cortex del cerebro está dañado - Atetoide:
movimientos involuntarios e incontrolados,provocados por daños en los ganglios de la base. - Espástica/Atetoide: mezcla de los tipos anteriores. - Atáxica: sentido del equilibrio y percepción de la profundidad alterados, provocada por el no funcionamiento
del cerebelo. - Hipotónica:
tono muscular general disminuido.
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